Viejo cachondo
Nunca me había fijado en alguien mayor, pero este señor hacía ejercicio frente a mi casa y siempre me sonreía desde la ventana, donde tenía su pequeño gym.
Un día me lo encontré, yo llegaba de trotar y el estaba regando el jardín. Me preguntó si me gustaba hacer ejercicios, y le respondí que me encantaba. Me invitó a entrar para mostrarme su gimnasio y yo, sin pensar nada malo, acepté.
Una vez adentro me dijo: tienes un cuerpo muy bonito, me pareces muy atractiva ... ¿me dejas verte desnuda?
Yo me enrojecí inevitablemente, y pensé, ¿Qué le pasa a este viejo pervertido? Pude percatarme como se le abultaba el pantalón, y pensé "mejor me voy de aquí". Pero también sentí como mis pezones se endurecieron, cosa el el Sr. no dejó de notar, y no sé que me hizo con la mirada que empecé a humedecerme y a sentir mucho deseo de ver que había debajo de su pantalón.
Déjame verte insistió, sé que te gusta que te vean, y más te va a gustar lo que tengo para ti dentro de mis pantalones.
El Sr. era un hombre fuerte y saludable. Pude notar el bulto que se hizo más grande bajo su pantalón de ejercicio, y sin darme cuenta, su miembro ya estaba en mis manos, directo a entrar en mi boca.
Fue así como nos hicimos compañeros de ejercicios, pero lo que ejercitábamos no eran los músculos, sino el placer del morbo que se siente teniendo sexo entre una jovencita como yo, y un hombre mayor como él.
Me encanta comerme su tronco grueso, fuerte y duro, y a él le encanta penetrarme profundo y constante haciéndome gemir como una gatita y acabar con toda su leche en mi cara virginal e inocente.
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