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No tengo como pagarle

 

Ya me había hecho algunos favores, como ayudarme a bajar el mercado del auto, algunas veces me ayudaba con el jardín, en fin, siempre estaba dispuesto a ayudarme. Yo encantada lo dejaba cuando se acercaba a mi y si coincidíamos frente a la casa. Para ser honesta, estaba demasiado bueno y yo no tenía inconvenientes en que me echara una mano de vez en cuando.

Pero una vez si tuve una verdadera emergencia, se había roto un tubo de agua en la cocina y se inundaba la casa. Él fue lo primero que se me vino a la mente, así que salí corriendo, crucé la calle y toqué a su puerta desesperada. Él abrió y me preguntó "¿Que te pasa?"  ¡Se inunda la casa! ¡la cocina! le dije. Fue al garaje por unas herramientas y corrimos.

El comenzó a trabajar, me iba pidiendo las herramientas y yo se las pasaba, reíamos. De pronto empezamos asentir una tensión sexual entre los dos, nos rozábamos los dedos al pasarle las herramientas, me miraba el escote cuando me agachaba y pude ver como se le abultaba el pantalón. Parecía enorme.

Al cabo de unos minutos, y entre risas por tanto alboroto, él había reparado el problema. Yo sonreía al ver lo bien que hacía todo, y le dije, ya un poco más seria, "No tengo como pagarte". "Eres muy bueno conmigo". Me dijo, "no es nada, no te preocupes, estuvo divertido". Y le respondí, "ven al cuarto para secarte la cara y el cabello, te mojaste todo, allá tengo una toalla."

No pude resistirme y lo tumbé sobre la cama. Ambos queríamos apagar ese fuego que ya hacía rato venía encendiéndose. Le desabroche el pantalón y se lo bajé para sacárselo. Ya yo estaba totalmente desnuda.

Se lo saqué y, como ya me lo había imaginado, su pene era gigante, no podía tomarlo con una mano. Intenté meterlo en mi boca, no pude con todo el tronco de carne que tenia. Traté de mamarlo pero solo me cabía el glande dentro de mi boca. Estaba durísimo. Yo seguía intentando introducirlo todo en mi boca, sin éxito, mientras el acariciaba mi vulva por detrás.

Ya desnudos los dos, hacíamos el 69 sobre la cama, me volteó y me introdujo su pene casi reventando mi coñito diminuto con su grueso tronco. Yo gemía como loca empapada de éxtasis.

A punto de acabar, sacó su pene de dentro de mi y me pidió acabar en mi rostro. Le chupe un poco el glande y recibí todo su semen en mi boca y cara. Con su semen mojando mi rostro lo miré a los ojos y le dije,  "Mañana daño la lavadora para que vengas a repararla"...

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