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La Esclava Blanca

 

Su madre trabaja en nuestra casa desde que yo recuerdo, y ellas dos llegaron juntas. Así que de alguna manera podemos decir que somos como hermanas. Mi familia la inscribió en el mismo colegio a donde yo iba, así que pasábamos todo el tiempo juntas. Estudiábamos, jugábamos y hasta dormíamos juntas a veces.

Ya grandecitas noté que comenzó a mirarme diferente. Me miraba los pechos y el trasero. Me decía que tenía ojos lindos y que mi boca le provocaba, como para darme besos, pero lo hacía en tono de broma, así que no la tomaba en serio.

 

Una noche,  me estaba bañando y le pedí que me trajera una toalla, pero en vez de eso, entro desnuda al baño y me dijo, bañémonos juntas como cuando éramos pequeñas... Yo aún no caía en cuenta, y me puse a hacer poses como de modelo, estaba algo confundida... Me metí en la bañera y ella siguió después, metiéndose en la bañera conmigo. Me dijo, "Te voy a dar una sorpresa".

Su sonrisa me puso nerviosa, pero entendí sus intenciones, y me dejé llevar por el deseo y el morbo. Nos dimos el primer beso entre dos mujeres entre las que ya desde hacía tiempo venía creciendo una tensión sexual que se disfrazaba de juegos infantiles.

Del beso pasamos a las caricias y ya después al sexo pleno, sin mentiras ni tabúes.

Desde ese entonces la llamo mi esclava blanca, y cuando la llamo así, ya ella sabe lo que quiero hacer durante el baño.

Tuvimos que mudarnos a un apartamento con la excusa de estar más cerca de la universidad...

Fotos: VivThomas.com

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Fotos: VivThomas.com

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