Él me confunde
No tengo razones para aceptar lo que me hace. Siempre es lo mismo, y yo caigo una y otra vez. No tiene nada especial, de hecho es bastante ordinario, no tiene dinero, es hasta un poco mal educado, pero me habla y es como si me emborrachara con sus palabras tontas y vacías, pero divertidas y sin mayor importancia.
Vive la vida a la deriva, sin rumbo ni planes, es inestable y errático, pero cuando se acerca a mi, y me mira, es inevitable sentir esos deseos primitivos de ser penetrada, de que me tome y me haga cosas sucias, cochinas, hasta perturbadoras.
Cuando siento su miembro erecto contra mi trasero y lo presiona haciendo que mis nalgas se abran, no puedo evitar desnudarme, dejarme coger como siempre y terminar empapada de su semen, chorreada de su jugo venenoso.
No me casaría con nunca él, ya que sería incapaz de ser fiel o de sostener una familia.
Si me caso algún día, evitaría acercarme a él de nuevo, no sería capaz de resistirme y evitar tenerlo de nuevo entre mis piernas.
Que le voy a hacer, él me confunde y me toma cuando quiere, y yo dejo que me lo haga, no tengo remedio.
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