El Corset Negro
Lo compré para él y darle una sorpresa cuando llegara de su viaje, me dijo que llegaría a las 5, pero no llegaba.
Sentir la suave seda del corset y lo sensual que me sentí, provocó en mi unas ganas que no pude aguantar, así que poco a poco comencé a acariciarme, a sentir mi piel, a pensar en las cosas que él me haría con esto puesto, pero no me resistí.
Al cabo de unos minutos ya estaba quitándome el corset y quedando desnuda.
La necesidad de abrirme toda, separar mis piernas y tocar mi cuca me hacían sentir un mareo rico en la cabeza.
Finalmente introduje mis dedos, cuatro de ellos, bien adentro de mi coño empapado. Me acariciaba el clítoris hasta hacerlo enrojecer, y acabé en un gemido agudo y largo, corrida, mojada y extrañándolo.
Fotos: SexArt