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Con el profe después de clases

 

Era mi profesor en noveno de bachillerato, pero ya desde séptimo estaba derretida por él. Una de las cosas que me aceleraba el corazón era su perfume, cuando pasaba cerca de mi, me dejaba como borracha. 

Yo no desperdiciaba la oportunidad de saludarlo afectuosamente, con un abrazo que dejaba mi uniforme impregnado de él, y me pasaba el día entero en las nubes, embelesada, esperando verlo de nuevo.

Para aquel entonces yo solo tenía trece años y él me consideraba una niña, pero yo ya había tenido fantasías con él por las noches. Cuando me iba a dormir, al acostarme, abrazaba mi suéter impregnado de su perfume y no podía evitar tocarme suavemente entre las piernas, llevando mi humedad a mis pezones que me dolían de tanto deseo.

El tiempo pasó y al fin llegué a noveno año, ya estaba por cumplir mis 16. Me tocó por fin ver sus clases.

 

Ya no parecía aquella niña inocente. Me había desarrollado muy bien, y era una mujer hermosa. 

A pesar de ya haber tenido novios, mi sueño era ser de él, que él fuese mi primera vez. Así que me propuse enamorarlo, seducirlo con mi belleza.

Él ya me miraba de otra forma. Poco a poco me fui acercando más y más, hasta que un día me dijo: "¡No puedo resistirme más! Te deseo, me muero por estar contigo" ... Y le respondí, "¿Qué estas esperando?, llevo años soñando con este día" 

 

... Nos fuimos a un hotel.

Allí le pedí que me dejara desnudarlo. Lo senté en la cama, lo empujé suavemente hacia atrás, y arrodillada en el piso entre sus piernas le desabroché el pantalón. 

Comencé a bajarle despacio el pantalón, el pantalón se trajo al interior, y su pene que ya casi se salía solo, como un resorte salió erecto, enorme, y sin pensar abrí grande y me lo metí en la boca. Lo saboreaba como lo hacía con mis golosinas. Lo mamaba, lo chupaba, me tragaba su sabor que de poquito ya salía de su pene. Y su perfume me hacía cerrar los ojos.

 

Me dijo "Quiero verte desnuda".

 

Me levanté, y me acerqué a la luz de la ventana. Poco a poco fui mostrándole mi cuerpo de mujer. Acariciándome, deseosa de ser tomada por él. Sentí la humedad entre mis piernas, y era tanta que jamás, ni en mis más eróticos sueños, me había empapado así.

 

Me dijo, "quiero hacértelo mientras acaricio y separo tus nalgas, voltéate y dame tu vulva".

 

Me cogió, me comió  y me penetró insaciable, durísimo, erecto. Lo sentía dentro de mi como un fierro, grueso, gigante. Lo sentía casi en mi estomago. Me cogía y me amaba, una y otra vez, me daba suave, constante, firme. Sentía como me venía en oleadas, primero lento, después intensamente mi cuerpo se estremecía como un terremoto.

Yo me movía rico, al ritmo de él, dándole suave a su pene con mi vulva más mojada imposible. Era mi fantasía de niña convertida en realidad. Sentía mi cuerpo tenso y erizado de placer. Solo quería ser poseída una y otra vez, y así fue, lo hicimos varias veces esa tarde.

 

Ya yo había acabado tres veces...

Finalmente, estremeciéndose, él acabó chorros de semen sobre mis nalgas y cayó sobre mi espalda extasiado. Yo no pue haber sentido mayor placer en toda mi vida.

Me dijo al oído sonriendo, sintiendo su aliento en mi cuello erizado, ... "esto va a ser complicado.".

Fotos por: New Sensations.

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Fotos por: New Sensations

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