Cochina y Vulnerable
Mi problema siempre han sido los penes. Si esos miembros masculinos que nos penetran a nosotras cuando estamos invadidas por el deseo sexual y la lujuria. Cuando la razón desaparece y nuestras hormonas nos mojan la entrepierna haciendo inevitable nuestra necesidad de sentirnos penetradas, cogidas, folladas y llenadas de sexo por todas partes.
Es en esos dúas cuando estamos más vulnerables y sentimos esas necesidad de tragar sexo, de ser tomadas sin que podamos rehusarnos, sin poder decir que no, y aunque lo hagamos, nuestro cuerpo solo desea decir que si.
Es allí cuando necesito sentir la punta de un pene rozar mi ano, empujando hacia adentro, abriéndolo. Cuando mi vulva chorrea espesa miel de sexo para que su cabeza entre. Es allí cuando necesito empujar fuerte para sentirlo muy adentro y vacíe en mi todo ese veneno sexual que sale a chorros.
Es allí cuando lo quiero en mi boca para sentir los espasmos de eyaculación cerca de mi garganta y terminar por saboreárselo todo, goteándome el rostro tímido, un poco afligido de haber sido poseído por su carne.